Lo decía el mismo presidente Reagan, “a largo plazo, tales barreras comerciales perjudican a todos los trabajadores y consumidores estadounidenses, todas las naciones debemos rechazar la legislación proteccionista y promover la competencia justa y libre”.
Por Juan Carlos Zapata
Reducir trámites y aumentar la infraestructura son la clave.
Traigo a colación esta reflexión al tiempo que el presidente Trump ha impuesto aranceles, que en el caso de Guatemala son de 10% para todas las exportaciones hacia los Estados Unidos, aun cuando con nuestro país existe un superávit comercial para los Estados Unidos; en 2024 las exportaciones de Guatemala hacia los Estados Unidos alcanzaron los US$4 mil 614 millones, mientras que las importaciones fueron de US$10 mil 545 millones.
Ante esta situación global, las pérdidas han sido cuantiosas. A finales de la semana pasada, los principales indicadores de Wall Street cayeron más de 5% y algunos analistas ya hablan de una recesión en los Estados Unidos. Según JP Morgan Chase, el PIB de Estados Unidos caerá en la segunda mitad del 2025 y el desempleo aumentará a 5.3%.
Analistas como el economista inglés Tej Parikh anticiparon que los aranceles no pueden durar mucho; la misma presión de los votantes estadounidenses y de las mismas empresas de los Estados Unidos, así como de algunas figuras políticas dentro del Partido Republicano, ya han expresado también su preocupación para las próximas elecciones de medio término. El mismo senador Ted Cruz dijo públicamente que teme una “masacre política” ante riesgos inminentes por inflación y desempleo.
El precio de muchos productos para los consumidores estadounidenses va a aumentar. Una proyección del iPhone 16 Pro Max, por ejemplo, se estimó que el celular podría pasar de US$1 mil 599 a US$2 mil 300, si todos los aranceles se le trasladan al consumidor, según un reportaje del WSJ.
Ante toda esta situación, la mejor acción que el presidente Arévalo puede realizar es negociar una reducción arancelaria y enfocar la agenda de competitividad, especialmente a través de iniciativas como Guatemala No Se Detiene, con un enfoque en la reducción de trámites e infraestructura como prioridad. Ya lo mencionaron bien algunos exportadores, se debe actuar con rapidez y articular una estrategia “de priorización y respuesta inmediata”.
En materia de reducción de trámites, todos sabemos el caos que existe ahora en el Ministerio de Salud para los registros y lo engorroso que es obtener un registro sanitario de alimentos, para lo cual se podrían muy bien simplificar los pasos y días para obtener los permisos. Lo mismo podría hacerse para reducir los cuellos de botella en el Ministerio de Agricultura.
Respecto a la infraestructura, es importante una priorización de qué proyectos se van a retomar de la cantidad que están suspendidos en este momento o que no tienen financiamiento para ejecutarse. Muchos de ellos incluso con contratos activos, como lo es el puente Belice 2, que se ha vuelto un proyecto estratégico para la implementación del metro de la ciudad, así como los diferentes tramos del anillo C-50, que se vuelven claves en este momento para lograr la conectividad sin tener que entrar a la Ciudad de Guatemala. Incluso para proyectos privados como Xochi se podrían acelerar los permisos pendientes en el Ministerio de Cultura y Deportes.
Sabemos que Guatemala es un país pequeño y que su poder de negociación es limitado, por lo que lo mejor que puede hacer el Gobierno en este momento es reducir los costos logísticos y burocráticos a la exportación, algo que tendrá no solo retornos positivos para los exportadores, sino para la atracción de inversión.