De acuerdo al informe “Panorama fiscal de América Latina y el Caribe 2016”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2015 las cuentas fiscales de América Latina registraron, en promedio, un leve deterioro. Se alcanzó un déficit fiscal del 3% del PIB y un nivel de deuda pública bruta del 34.7% del PIB. Esto como un efecto de la desaceleración económica de la región y la caída de las exportaciones.
Este estudio consideró 19 países de la región, de los cuales 11 incrementaron simultáneamente el déficit fiscal y la deuda pública como porcentaje del PIB.
Este comportamiento obedece a que tras la crisis financiera internacional de 2008, la región acumuló deuda pública como respuesta a crecientes necesidades de financiamiento frente a un escenario de desaceleración.
Como resultado, en varios países de la región los efectos de la desaceleración económica y el deterioro de los términos de intercambio fueron significativos sobre las finanzas públicas, dando lugar a ajustes fiscales de magnitud.
Ante lo anterior, para el presente año se vislumbra un futuro heterogéneo en la región, pues para la mayoría de los países de América del Sur persiste la incertidumbre derivada de la desaceleración de China y de otras economías emergentes. Mientras que en el caso de México y los países de Centroamérica y el Caribe se verán beneficiados por tasas de crecimiento positivas y por la caída de los precios del petróleo.
En la tabla 1 a continuación, la evolución de las reformas en 11 países, muestra un incremento de la carga tributaria (sin incluir la Seguridad Social), en 1.5 puntos del PIB (de un promedio del 13.3% a un 14.8% del PIB). Mientras que en los países que no implementaron reformas tributarias amplias en el período analizado, este indicador aumentó tan solo en un 0.4% del PIB, aunque este grupo de países presenta en promedio una presión tributaria más elevada.
En la muestra de países con reformas tributarias significativas, la carga tributaria directa aumentó 0.8 puntos del PIB mientras que la carga impositiva indirecta lo hizo en 0.7 puntos. De esta forma, en ese grupo de países creció la participación relativa de los tributos directos (del 37% al 39% del total recaudado). En contraparte, en el grupo de países sin reformas significativas, los incrementos en impuestos directos e indirectos fueron de tan solo el 0.1% y el 0.2% del PIB, respectivamente.
El estudio de la CEPAL analizó la evolución del nivel y la composición de la carga tributaria en los países que aprobaron reformas o modificaciones sustantivas de sus sistemas tributarios entre 2009 y 2013. Sin embargo, es importante recalcar que la variación de la carga no solo está determinada por las medidas tributarias implementadas, sino por otro tipo de factores, como el contexto macroeconómico social y político imperante en cada país durante el periodo estudiado. Por lo que para conocer al detalle la magnitud de una reforma tributaria en la recaudación debe incluirse los factores anteriormente descritos. Debe integrarse el impacto aislado de las reformas en la recaudación.
Tabla 1: Evolución de la carga tributaria en países con reformas en comparación con países sin reformas significativas en el período 2010-2013
Es importante mencionar, que los países que aprobaron cambios tributarios entre el 2009 y el 2013 aumentaron su carga tributaria si se compara el nivel que registraban antes de la implementación d esas medidas y el último dato disponible (correspondiente al 2014). Sin embargo, la excepción son Guatemala y Panamá, donde la recaudación se redujo en alrededor de tres décimas del PIB y alcanzó en 2014 una de las cargas tributarias más bajas de la región (del 10.9% y el 9.8% del PIB respectivamente, sin incluir las contribuciones a la seguridad social).
Por lo tanto, pese a la reforma fiscal del país en 2012, el desempeño fiscal muestra rezagos importantes al colmo de estar frente a presiones fuertes en las finanzas públicas del Estado. La reforma no generó el efecto esperado ya que hoy la carga tributaria es la más baja del mundo (10.9% de la economía), somos de los países de la región con la más baja inversión social, con menos del 10% del PIB, apenas US$300 persona, calculado por la CEPAL para 2013 y 2014.
Según las estimaciones de la CEPAL, Guatemala es de los principales países que impactaron con un aumento alrededor de 7 millones de pobres registrados o proyectados en la región. Esto coincide con los datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), 2014 que mostró que un 59.3% de la población vive en pobreza, unos 9 millones, y un 23.4% en pobreza extrema (3.5 millones de personas viven con menos de US$1 al día).
Para poner fin a la pobreza en todas sus formas, el empleo figura como el eje central. Sin empleo no hay ingresos para subsistir. Se deben generar fuentes de empleo de calidad con derechos y protección social, además de proteger el gasto social. Esto aunado a una eficiencia y calidad en el gasto para impactar positivamente en el desarrollo de la sociedad.
Sin embargo, ante la crisis en las finanzas públicas con la tensión generada en el fisco con una recaudación insuficiente, el ritmo del crecimiento del país continuará mermado en el mediano y largo plazo sin cambios sustanciales en la recaudación de ingresos para los gastos de funcionamiento, pero particularmente de inversión que impactan en el crecimiento de un país.
Guatemala deberá explotar nuevas fuentes y mecanismos fiscales más eficientes de recaudación que hagan sostenible la política social y se reflejen avances. Se debe reformar al ente recaudador con mecanismos facilitadores, capital humano capaz y transparente, y una ciudadanía comprometida y creyente en la prosperidad con una agenda clara y unificada lejos de la corrupción, la impunidad y el hambre.
