Por Mauricio Garita
Esta semana he estado leyendo Tratado de la desesperación de Sören Kierkegaard, una lectura que como creyente en Dios puedo recomendar a ojos cerrados.
Kierkegaard nos regala en su libro un mensaje de esperanza para aquellos que creen. Él habla de un mal de muerte, ese mal que mata, ese mal que hace decaer nuestro cuerpo hacia la soledad. Habla de ese mal en referencia a Lázaro, habla de ese mal en referencia a la Resurrección. Kierkegaard nos recuerda que como Cristianos, no tenemos mal de muerte, porque existe vida eterna después. Entonces, ¿por qué estamos preocupados en estos momentos?
En estos momentos es donde debemos buscar la fortaleza de la que Kierkegaard habla, la fortaleza en los momentos difíciles sabiendo que esto es un reto más, una prueba más. Que no se nos olvide en este momento Romanos 15:13 que nos dice <<Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.>>
Recordemos en estos momentos que la esperanza, el amor y la fe es dónde debemos permanecer, como nos lo dice Primera de Corintios 13:13. No nos perdamos en estos momentos de flaqueza donde podemos creer que estamos solos, donde podemos creer que no somos amados, donde podemos creer que somos olvidados porque no es así. Mantengámonos en la fe durante esta prueba. Recordemos que podemos tener esperanza de que esto, también pasará. Recordemos que estamos en un momento de poder dar amor a través de nuestros mensajes, de nuestras acciones y de nuestra búsqueda de felicidad.
No olvidemos que si nos podemos encerrar es porque tenemos una casa. No olvidemos que si podemos estar en casa es porque tenemos por quien estarlo. No olvidemos que si nos encerramos es porque nos queremos a nosotros mismos y que es un acto de amor.
Así que en estos momentos en los que pareciera que la esperanza se esconde, encontrémosla en Dios. En estos momentos donde el amor probablemente no podemos verlo, recordar que Dios es amor y que siempre podemos encontrar en Él consuelo. En estos momentos en que la fe podría verse truncada por las noticias de que las cosas no estarán mejor, recordemos que Dios nos ha hablado de mayores retos de los cuales ha salido victorioso. Entonces preguntemos, ¿por qué no este?
Y es que creer en Dios es eso. Es creer que mañana será un día mejor. Es creer que no estaremos al lado del camino como olvidados. Es creer que todo será mejor, que amanecerá de nuevo. No perdamos la cabeza y enfoquemos nuestros ojos en Él. Que este momento sea de reflexión, de leer la Biblia, de hablar de Dios. Que estos momentos sean de cómo ser mejores, de cómo ayudar al prójimo con una llamada, con una sonrisa, con una fotografía. Que esto nos invite a una nueva forma de amarnos.
Encontremos la felicidad en estas palabras que no estas con enfermedades de muerte. Regocijémonos en esta debilidad que nos hará más fuerte. No nos olvidemos de la fe, de la esperanza y del amor. No nos olvidemos que nuestra vida como cristianos puede ser fructífera en una cárcel, en cuarentena o en un bosque. No nos olvidemos que podemos y que debemos creer en los momentos difíciles.