Como todos los años escuchamos que 200 mil jóvenes ingresan al mercado laboral. Sin embargo, cada año son menos los que acceden a un empleo formal. Hoy en día en Guatemala se crean solamente 25 mil empleos formales al año. Esto sigue siendo insuficiente para el 55% de la población joven del país. De acuerdo a los resultados difundidos por la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (ENEI 1-2016), la tasa de desempleo entre jóvenes de 18 a 24 años es de 6.5% a nivel nacional. Sin embargo, el área metropolitana concentra el mayor porcentaje con 12.5%, seguido del resto urbano, con 6.6%, y el área rural nacional, con 4.6%.
A nivel nacional, la tasa de desempleo de los jóvenes entre 15 y 24 años es 4 veces mayor a la del grupo de adultos de 25 años o más. Por lo cual las condiciones del empleo precario en el país ya golpean a la mayor porción de población del país: los jóvenes. A este fenómeno se agrega que la informalidad creció un 2.2% pasando de 4 millones 372 mil en 2015 a 4 millones 467 mil personas en la informalidad.
En Guatemala hay 10.7 millones de personas que tienen 15 años de edad o más, Población en Edad de Trabajar (PET). Sin embargo solamente el 61.7% tiene un trabajo y pertenece a la Población Económicamente Activa.
Tal parece que las condiciones de empleo persisten siendo precarias, pero hoy golpean principalmente a la población joven que representa el capital para el futuro del país. Los jóvenes que hoy representan la mayor porción de la población del país no acceden a un empleo pese a contar en muchos casos con estudios para optar a puestos operativos.
Muchos dirán que no hay empleo, pero más bien no existen las condiciones para generar plazas de empleo productivo. Entendiendo este último como una actividad productiva que genera salarios de eficiencia a través del cual se alcanza el desarrollo de la población.
Sin embargo, en las condiciones actuales frente a un Estado débil y pequeño con apenas un 15% de presupuesto respecto al PIB que no permite la inversión social y que pierde el 25% del presupuesto nacional por los altos índices de corrupción, las condiciones aún están lejos de ser las deseables.
Prevalece una persistente inoperatividad por parte del Estado para brindar certeza jurídica a las inversiones en el país. Mientras el capital permanezca bloqueado ante los altos índices de corrupción, la inseguridad, la amenaza de un nuevo escenario fiscal entre otras limitantes, el escenario será el mismo y será más difícil crear fuentes de empleo productivo.
La factura de un Estado débil, pequeño y sin voluntad de cambio ya recae sobre 9 millones de jóvenes que esperan un futuro esperanzador en medio de un país con 9 millones de personas en condiciones de pobreza.