Millones de guatemaltecos que no han encontrado una oportunidad de superación en el país, han emigrado en su gran mayoría hacia los Estados Unidos de América, en donde han logrado establecerse y constantemente envían dinero a sus familias para ayudar a su sustento, de hecho, Guatemala es el segundo país de la región que más remesas recibe, solo detrás de México.
Por Elmer Vargas
Abogado, gerente del área corporativa en EY Law Guatemala
Según datos publicados por el Ministerio de Relaciones Exteriores son más de 3 millones de guatemaltecos los que se encuentran radicados en el exterior. Es innegable que las remesas ayudan de manera significativa a la economía nacional.
En los últimos veinte años las remesas enviadas no han hecho más que incrementarse, según los reportes publicados por el Banco de Guatemala en el año 2002 ingresaron al país 1,579 millones de dólares, al cierre del año 2024 se registraron más de 21,500 millones de dólares, es decir un incremento de más de trece veces en poco más de veinte años. Solo en enero de 2025 ya se registraron 1,817 millones de dólares, un incremento de aproximadamente el 20% comparado con el mismo mes del año anterior.
De acuerdo con informes del Banco de Guatemala las remesas ahora representan alrededor del 20% del Producto Interno Bruto, se estima que esta es la principal fuente de inversión extranjera en Guatemala. Son alrededor de 6 millones de guatemaltecos los que reciben ayuda del exterior, esto equivale al 37% de la población total del país. Sin embargo, los ingresos locales de los hogares son bajos, por lo que las remesas se destinan principalmente a cubrir los gastos esenciales; si las remesas dejaran de ingresar al país la economía se vendría abajo y evidentemente los millones de personas que reciben ayuda tendrían problemas para sobrevivir y entrarían en pobreza extrema.
Ahora bien, veamos el otro lado de la moneda. El flujo constante de divisas que se incrementa año con año genera distorsiones negativas a nivel económico, tales como el aumento en el precio de los productos de consumo, se estima también que en ocasiones causa que algunas personas se encuentren desincentivadas para trabajar. El masivo ingreso de divisas dentro del país provoca la apreciación de la moneda nacional y esto a su vez impacta negativamente el valor de las exportaciones.
Es decir, en Guatemala el masivo ingreso de divisas pudiera provocar que los costos de producción de las mercancías, tales como el café o el azúcar, se incrementen, lo cual les restaría competitividad en el extranjero, creando un círculo vicioso que haría que la economía guatemalteca dependa aún más del envío de dichas remesas.
En el mundo económico, los efectos dañinos provocados por el excesivo aumento en el ingreso de divisas de un país se conoce como la enfermedad holandesa (Dutch Disease), el nombre viene del efecto económico generado en los Países Bajos en los años sesenta del siglo pasado, allí se descubrieron grandes yacimientos de petróleo y gas natural, como resultado de esto se incrementó el ingreso de divisas de manera considerable en un corto tiempo, esto provocó que la moneda nacional tuviera una gran apreciación, lo cual perjudicó la competitividad de las exportaciones de las mercancías que no tenían relación con los yacimientos.
Evidentemente los guatemaltecos radicados en el exterior seguirán apoyando a sus familias a través de las remesas mientras puedan. Ahora bien, si es posible mitigar el impacto negativo que las mismas pudieran tener en la economía nacional a través de incentivar el uso de estos recursos como inversión y no únicamente como consumo. La creación de empresas formales que ayuden a consolidar la economía aún es muy limitada.
En conclusión, las remesas tienen un gran potencial de contribuir en la movilidad social y económica de las familias que las reciben, el hecho de orientarlas a la inversión tendría un efecto multiplicador para sus receptores, para la creación de empleo y por ende ayudar a apuntalar la economía nacional en su conjunto. No obstante, está en manos del gobierno crear las condiciones necesarias para que esto se materialice y se provoque que dichos recursos sean un generador de riqueza y no un lastre para la economía nacional.
Sobre Elmer Vargas: es abogado, actualmente es gerente del área corporativa en EY Law Guatemala, cuenta con más de 20 años de experiencia, es egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, cuenta con estudios de Maestría de Derecho Corporativo de la Universidad Rafael Landívar, además de post grados en Derecho Constitucional y Derecho Procesal Civil. Se ha enfocado en la atención de clientes con presencia nacional y regional, especializado principalmente en las industrias de consumo, farmacéutica e inmobiliaria.
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