Por Mauricio Garita
Una de las preguntas más frecuentes en la filosofía es la del ¿Cuál es el sentido de la vida? Es lógico que esta razón sea discutida en la filosofía puesto que la filosofía es el arte del vivir o del morir, dependiendo la visión.
El arte del vivir trata de como vivir mejor con estas preguntas que se nos pueden proporcionar por ser humanos y tener la maravillosa capacidad de pensar de que pensamos. Es una cualidad única de nuestro ser el poder pensar, observar nuestros pensamientos, armar escenarios en la cabeza y en este aspecto, poder hacer de nuestra vida un mundo mejor. En algunos momentos podemos soñar con la mujer de nuestra vida, los besos no dados, los viajes y tantas bellas cosas. Así mismo podemos pasar hacia el otro espectro donde pensamos que nada mejorará, que todo será peor y caeríamos en lo que se llama un declinismo, que es sumamente distinto a una depresión.
En el arte de morir, el tema se centra en que tenemos nuestro tiempo finito. Que la muerte es lo único seguro, a menos que seamos Benjamin Franklin y pensemos que los impuestos también. Es este camino que vamos recorriendo hacia la muerte la que nos hace preguntarnos como prepararnos para ello. ¿Qué será de tu vida hoy? Mark Manson, en su excelente libro titulado El sutil arte de que te importe un carajo (Amazon), en su capítulo noveno habla sobre la muerte de uno de sus amigos. Luego de una discusión trascendental con el amigo este le pregunta el porque está tan preocupado en morir y no está preocupado en vivir. Ese es el punto de el arte de morir, es tomar la variable que sabemos que es la gran igualdad de la vida, que no discrimina y que no tiene ningún empacho en llevarse a unos y a otros, y pensar en que podríamos hacer mejor. Esto se llama en latín memento mori y significa en palabras burdas un recordatorio que en cualquier momento podemos irnos.
Con ambas perspectivas podemos entrar a lo que debería de ser una discusión sobre el sentido de la vida. Por una parte tenemos al existencialista Albert Camus que nos decía que la vida no tenía sentido, que nosotros debíamos de dársela. Me centraré en esta dado que otros filósofos tomaron este argumento para el sentido de vida y que este resume una postura que se une con otras visiones. El darle el sentido a la vida es uno de los mayores artes que pueden haber y es allí donde está la verdadera pregunta.
La vida ocurre de manera inesperada, de repente somos bebes y vamos creciendo. En ese crecimiento adquirimos conocimiento, visiones, experiencias, y cada una de ellas tan únicas como la anterior. Nuestra forma de vida se moldea y la vamos creando como arte en un lienzo. Con preguntas sobre la mejora, sobre la pasión, sobre lo que debería y no se debería, vamos encontrando esa personalidad que responde a la pregunta que nos hemos perfilado, ¿Qué sentido quiero darle a la vida?
Y es aquí donde aparece la primera propuesta. El sentido de la vida no es permanente sino que pueden cambiar o existir más de uno. Claro que puede escucharse extraño pero pensemos por un momento. El sentido a la vida que podría haberle encontrado a los 16 pudo haber estado fuertemente orientado a ser un excelente alumno, que la chica que me gustara yo le gustase o que pudiera entrar a la universidad que quería. Esto es algo sumamente distinto al sentido de mi vida hoy, que se basa en compartir conocimiento, en ayudar a los demás, en cuidar a los míos, en ser cada día un mejor ser humano. Un sentido más amplio pero porque mi vida ha crecido de una manera que a los 16 nunca me hubiese imaginado.
Es allí donde encontramos bellos aspectos sobre el sentido de la vida y el éxito. Lastimosamente el éxito se ha convertido en un sinónimo de dinero, si no es que en la misma igualdad del dinero. Entonces hay quienes pensarían que si un artista ha muerto en la pobreza, o un músico, o un político entonces no ha sido exitoso. Es similar a decir Antoní Gaudí no fue exitoso por no morir millonario y por un tiempo, morir en el anonimato. Esta visión va en contra de las visiones filosóficas porque el éxito va más allá que una cuenta bancaria, que un cheque recibido o que un sueño cumplido. Es cambiar a los demás. Es tener un impacto más allá de ti mismo.
Entonces, el sentido de la vida de un niño de 16 puede ser el ayudar a lo demás. El tratar de mejorarse a sí mismo pero también mejorar su alrededor. Es cambio. El sentido de una persona de 40 años podría ser el enfocarse en ayudar a otros, en enseñar, en motivar a su equipo, en arreglar problemas para una compañía, en potenciar el crecimiento. Si, sabemos que seríamos pagados por ello a los 40 años, pero el motivo debe ser más allá del ser. Como diría Viktor Frankl, el propósito es transcender y creo que difícilmente se trasciende con dinero sino con ideas. Aclaro que esto no es una crítica al dinero, que es sumamente útil, pero que al final no puede ser la base de una métrica porque el dinero así como se crea, se puede destruir y así como se destruye se puede construir. Sino recomiendo leer la historia de Chuck Palahniuk (aquí) y como uno de sus agentes le robó la fortuna. En el artículo la razón que brinda Palahniuk sobre lo que sucedió y como lo toma para vivir, es espectacular. Sin duda alguna, tiene claro su propósito.
Entonces pasemos a la segunda propuesta, el propósito se encuentra más allá del yo. Esto es una discusión sobre el ego que todos anteponemos a las situaciones. En el presente no entraré en una discusión profunda sobre el ego, pero trataré de darle una definición conceptual y es la de falta de humildad. El ego es esa pequeña voz que te dice que eres mejor que los demás, que no necesitas ayuda, que puedes tu sólo y que deberías ser ego-ista. En otros artículos detallaré la manera correcta en la que se puede ser egoísta pero en este caso nos centraremos en la anterior.
El propósito no se basa en cambiar en mi vida. Si un hombre viviera en la soledad de una montaña, sin compartir con nadie, sin hacer nada, ni siquiera mezclarse con la naturaleza, sino que vivir en completa soledad, ¿tendría un propósito? De hecho que no. El hombre se encuentra en una posición estratégica en el mundo porque puede llegar a necesitar de la misma manera en la que puede dar. Muchas veces esta armonía causa un problema de ego para el hombre que considera debería estar por encima y no al mismo nivel que la naturaleza que le rodea. Lo positivo es que esta idea ha ido avanzando fuertemente hacia una ecuación más horizontal.
Entonces, el propósito de la vida se basa en reconocer lo que puedo aportar a los demás. Esto podría llevarme a pensar en mis habilidades, en mis dones, en mis capacidades. En como puedo utilizarlas para poder ayudar a otros. El ser bueno para resolver problemas podría ayudar a mis compañeros, a la compañía, a clientes a poder tener una vida menos problemática. Si mi don es la escritura pues podría escribir en tinta electrónica una visión de vida que pueda ayudar a otros.
Pero no sólo allí se encuentra el propósito. También se encuentra en las áreas de mejora. En compartir nuestras dificultades, en compartir como hemos llegado a donde hemos estado. Esta es la belleza de leer biografías porque nos enseñan que esos héroes, admirados, fueron también personas. Por ejemplo tengo en mis planes leer la biografía de Buzz Aldrin titulada Return To Earth luego de que en un libro muy recomendable (este) hablaran sobre lo que sucedió con Buzz Aldrin luego de regresar de la luna. Tuvo problemas con el alcohol, divorcios y tantos otros problemas. Pero luego descubrió su propósito de una manera como la propuesta, descubrió su propósito en otros. Esto conllevaría al libro que se titula No Dream is Too High que se basa en las lecciones que el cree son útiles a los demás.
Este es un acercamiento a dos ideas principales sobre el sentido de la vida, una forma de ilusión pero también de elusión del hombre. En la búsqueda del sentido se olvida de la importancia de su individualidad. Es allí donde se encuentran las respuestas, de la individualidad hacia la comunidad.