20.9 C
Guatemala City
viernes, abril 18, 2025

Equidad en el trabajo productivo y reproductivo

[bsa_pro_ad_space id=5]

Por: Jeraldine del Cid

Columnista de PERSPECTIVA

Llega la Semana Santa y para la mayoría de trabajadores/as representa un tiempo para salir de paseo, compartir en familia, con amigos, participar en tradiciones religiosas o simplemente permanecer en casa y “descansar”.  Esto del “descanso” permite reflexionar en la diferencia existente entre el tiempo de descanso para hombres y mujeres, en proporción al trabajo socialmente diferenciado para ambos sexos.


Hace falta que ese hombre, devenido sujeto masculino, reflexione, ponga nombre y valore la persona, al contenido y a las actividades que le facilitan su bienestar cotidiano”. -T. Torns


 

Si partimos de definir al trabajo como el conjunto de tareas que se realizan para satisfacer las necesidades humanas, cabe incluir entonces en la definición al trabajo “productivo” y al “reproductivo”, y, por ende, al trabajo remunerado y al no remunerado.

Tradicionalmente ha existido una división sexual del trabajo, que se refiere a “la especialización de tareas que se asignan en función del sexo y que suponen una distinta valoración social, económica y simbólica” (Abasolo y Montero, s/f: 40 en http://www.fuhem.es/proyecto_igualdad/).

En esta división se ha asignado a las mujeres un rol reproductor en el que les corresponde la responsabilidad de las tareas del hogar y cuidado de personas en dependencia (hijos y adultos mayores); mientras a los hombres un rol productivo, público y en el mercado laboral (trabajo asalariado). En algunos casos esos roles son asumidos por decisiones personales y en la gran mayoría porque corresponde, según el esquema socialmente aprendido.

Se ha dado mayor preponderancia al trabajo asalariado, restándole valor y siquiera atención al no remunerado. Sin embargo el trabajo no remunerado es sumamente necesario para el funcionamiento de la sociedad, y además repercute directamente en la actividad productiva.

Algunos datos permiten evidenciar estas diferencias en las cargas de trabajo, los hombres participan en el cuidado de niños en un 25.3%, las mujeres un 74.4%. En limpieza ellos participan un 19.3%, ellas un 80.7%. El promedio de horas diarias dedicadas al trabajo remunerado de hombres es de 8.4; de trabajo no remunerado 2.6 y en total, la carga total de trabajo son 11 horas. En el caso de las mujeres, la carga total es de 13.5 horas, con 7.2 de trabajo remunerado y 6.3 de no remunerado (INE, ECONVI 2011).

Esto quiere decir que las mujeres han logrado una participación más equitativa en el trabajo productivo; sin embargo, en el plano privado y el trabajo no remunerado no ha existido tal avance hacia la equidad. Puede ser que en una pareja ambos se inserten al mercado laboral, pero al volver a casa él usualmente descansa y ella comienza otra jornada de trabajo.

Entonces, ¿Cómo se repartirán las tareas hombres y mujeres ahora que viene el “descanso”? Para lograr una división equitativa de trabajo, es preciso avanzar en un mayor equilibrio en el reparto de responsabilidades, en la conciliación de la vida laboral con la familiar y personal, adquirir consciencia de la distribución de tareas y, si ambos participan en el trabajo remunerado, que ambos participen también en el no remunerado. Ya es hora de que los hombres se involucren en mayor medida en las tareas del hogar, el hogar de ambos. Es decir asumir las tareas domésticas, así como ya se comparte la responsabilidad de los ingresos.


 

Sugerencias – YouTube


 

[bsa_pro_ad_space id=5]

Suscríbete a Nuestro Boletín

¡No te pierdas las noticias más relevantes y contenido exclusivo! 📲

Últimas Noticias

[bsa_pro_ad_space id=11]

[bsa_pro_ad_space id=9]

Noticias Recomendadas

[bsa_pro_ad_space id=5]