18.1 C
Guatemala City
jueves, marzo 13, 2025

La democracia de ciudadanos y no de súbditos

Tras los acontecimientos sociales y políticos de las últimas semanas, es importante fijar la atención en el papel de la participación ciudadana. Es realmente admirable la persistencia y las múltiples manifestaciones de descontento ante la evidenciada corrupción que existe en la institucionalidad pública y privada de este país.

En una sociedad post-conflicto, en la que una gran mayoría se había caracterizado por ejercer su ciudadanía únicamente al emitir su voto cada cuatro años, con una generación heredera del miedo y del desinterés por la participación activa en la sociedad, la política y lo político; se ha dado el despertar ciudadano, que ha expresado frases como “nos robaron tanto que nos robaron el miedo”, “se metieron con la generación equivocada”, “la post-guerra terminó el 25.04.15”


… indudablemente han iniciado el camino de una sociedad más comprometida que ejercerá su ciudadanía y la auditoría social necesarias para construir la democracia».


Se habla del despertar ciudadano en función del significado de este concepto. En el siglo XVIII muchos pensadores de la ilustración plantearon profundos aportes al respecto, en particular Rousseau que “en el contrato social presentó la idea del ciudadano como individuo autónomo capaz de otorgar o negar consentimiento a los gobernantes. (Además) los revolucionarios franceses promulgaron esta idea en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” (Bealey, 2003: 65).

Este concepto se ha desarrollado durante los siglos de Democracia en diversos Estados. Otros aspectos importantes a integrar en el concepto son que la ciudadanía garantiza unas condiciones sociales y económicas que permiten la existencia digna de los ciudadanos. Además de derechos se adquieren deberes que se consideran las responsabilidades de estos, tales como obedecer las leyes, pagar impuestos, participar activamente, entre otros (Bealey, 2003). Se considera –teóricamente- que las personas que soportan y cumplen con estos deberes sin los derechos correspondientes, no son ciudadanos sino “súbditos”.

Hace un año se preveía un proceso electoral en el que la participación ciudadana -con algunas excepciones- se limitaría al sufragio. Considerando la aproximación teórica planteada, este sería un año de ciudadanos-“súbditos”. Sin embargo, ante la convergencia de diversos factores, una buena parte de la ciudadanía, de diversas edades, sectores y estratos sociales, se ha involucrado e interesado activa y persistentemente en los procesos políticos, económicos y jurídicos de los tres poderes del Estado.

Algunos de los factores a destacar son el acceso inmediato a información, participación activa y crítica de medios de comunicación independientes, que los “secretos de corrupción a voces” fueron ¡a gritos! Excesivo descaro de los funcionarios implicados, el rol extraordinariamente desempeñado de instituciones como la CICIG en combinación con la destacada participación del Ministerio Público, entre otros.

Junto al justo reconocimiento de los actores principales de los procesos de investigación contra funcionarios corruptos, es sumamente loable la participación ciudadana, con virtudes como la valentía y la persistencia que indudablemente han iniciado el camino de una sociedad más comprometida que ejercerá su ciudadanía y la auditoría social necesarias para construir la democracia que en estos momentos sigue siendo una utopía. Es el momento de construir una democracia de ciudadanos (as) y no de súbditos.


Referencias:

Bealey, Frank (2003) Diccionario de Ciencia Política. Madrid, Ediciones ISTMO.

 

 

Suscríbete a Nuestro Boletín

¡No te pierdas las noticias más relevantes y contenido exclusivo! 📲

Últimas Noticias

Noticias Recomendadas