Por: Cristina Rozas-Botrán
Columnista de PERSPECTIVA
Aunque la historia de las instalaciones artísticas se remonta a la época del Renacimiento en donde ciertos espacios arquitectónicos se creaban simplemente para mostrar el talento del artista u arquitecto, las instalaciones no se popularizaron como una forma de arte viable hasta a mediados del siglo pasado. Marginados entre protestas, guerra, y desigualdad varios artistas recurrieron a esta forma de arte para liberarse de la rigidez del sistema. La irrelevancia e irreverencia fueron las tácticas de protesta para artistas como Andy Warhol y Bruce Nauman. Las instalaciones se convirtieron en el medio ideal para que el artista se comunicara más profundamente con su audiencia.
“Silver Clouds” de Andy Warhol, 1966
Las instalaciones artísticas, definidas como un género de arte contemporáneo en el cual un espacio determinado es intervenido, crean un ambiente multi-dimensional para la audiencia. Los ambientes creados por las instalaciones sumergen a su audiencia para que se sientan más que un espectador. Este tipo de arte requiere más que un concepto, el artista tiene que jugar con el espacio ya existente para que la instalación haga harmonía con él. “Falling Garden”, creado para la Bienal de Venecia por Gerda Steiner & Jörg Lenzlinger, hace exactamente eso. Como homenaje al Duque enterrado debajo de San Stae en Venecia, los artistas suspendieron flora por todo el techo de la iglesia del Siglo XVII, creando una escena bella y llena de paz. Instalaciones como esta dejan a la audiencia maravillada y arrojan nueva luz a una estructura de tiempos pasados.
“Falling Garden” de Gerda Steiner & Jörg Lenzlinger, 2003
Además de crear algo totalmente irreverente o extremadamente bello, las instalaciones artísticas también pueden ser usadas para comentar o protestar. Por ejemplo, “Elephant in the Room” del artista urbano Banksy es un comentario de temas transcendentales sobre uno mismo o el mundo que simplemente ignoramos para no incomodarnos. El elefante se vuelve ese tema intocable, tratando de camuflajearse pero tan grande que no se puede evitar. Las instalaciones de Banksy se han vuelto muy populares por sus comentarios sociales y políticos con un guiño hacia la audiencia.
“Elephant in the Room” de Banksy, 2006
Al contrario de la gran parte de artes plásticos, la mayoría de instalaciones artísticas no se presentan para vender. Es ahí cuando el artista se siente verdaderamente libre de crear algo sin las preocupaciones se su aceptación. Para la audiencia la preocupación de entender o valorar la obra se disminuye cuando se presenta solamente para disfrutarla y es entonces que, sin prejuicios ni suposiciones, puede uno apreciar la obra por lo que es. Éste es el caso de “Forever Bicycles” de Ai Weiwei, una instalación creada para Scotiabank Nuit Blanche en Toronto, en donde el artista usó aproximadamente 3,000 bicicletas para crear la obra. Afortunadamente fue un éxito, especialmente ya que el artista lo hizo más como un comentario sobre las ruedas de cambio en China, su país de origen, y no tanto para celebrar el festival ciclístico canadiense.
“Forever Bicycles” de Ai Weiwei, 2013
Aunque hay varias instalaciones artísticas que mueren por ser tan conceptuales, la mayoría invitan a la audiencia a experimentar con la obra para entenderla mejor y tal vez así entenderse mejor a uno mismo. Este género de arte es algo que simplemente va a seguir floreciendo, especialmente en esta era tecnológica en donde la humanidad se siente más desconectado que nunca y esta en una búsqueda constante de entender y conectar con sus alrededores. Las instalaciones diluyen al artista a su esencia y acogen a la audiencia en una experiencia única para que el artista y su audiencia sean uno; he ahí su magia.
