Por: Diana Herrera
Efectivamente, con la deserción de República Dominica y El Salvador, ya son 18 los países que reconocen a Taiwán como Estado soberano.
Pekín comenzó a mover sus piezas, primero en Sudamérica y ahora va por Centroamérica, donde ya logró romper la tradicional hegemonía de Taiwán. Cuatro de estos 18 países están en Centroamérica: Guatemala, Belice, Honduras, y Nicaragua. Hace un par de semanas, el Presidente de la República de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, anunció el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Taiwán y el establecimiento de relaciones con la República Popular China, lo que implica una nueva derrota diplomática para Taiwán nuevamente en la región centroamericana.
El Presidente Sánchez realiza el anuncio a casi un año del comunicado de rompimiento de relaciones diplomáticas entre Panamá y Taiwán, cuya decisión se justificó en junio de 2017 alegando que «la República Popular de China es un Estado que por sí solo representa el 20% de la población mundial y constituye la segunda economía más grande del mundo», mencionaba el presidente Juan Carlos Varela. Recordemos que China se niega a tener relaciones diplomáticas con cualquier país que reconozca a Taiwán, una isla autónoma y democrática frente a la costa sudeste de China y que Beijing considera parte integral de su territorio. Sin embargo, la diplomacia centroamericana enfrenta uno de sus grandes desafíos, y decidirse parece que suena fácil, no obstante pesa una trayectoria de cooperación de Taiwán con los gobiernos aliados, siendo estratégico para el fortalecimiento institucional y desarrollo, pero China también al posicionarse como la segunda economía del mundo, ofrece oportunidades atractivas que un Estado no puede pasar por alto, siendo que la balanza se inclina más a favor de Beijing últimamente.
Las línea de coincidencia de comunicados de los voceros Presidenciales de los países centroamericanos y caribeños que han anunciado el establecimiento de relaciones con China, mencionan que no lo hacen por razones ideológicas, sino por un acto de realismo del contexto económico mundial y las enormes ventajas competitivas que traería dicha relación. Los proyectos de infraestructura, competitividad económica, e inversión generan a los gobiernos atractivos anzuelos para la activación económica. Pero, también debemos analizar la diplomacia China, cuyo éxito en su pie en Centroamérica se debe a la flexibilidad que aplica en su relacionamiento diplomático. Y para ello, volvamos al caso Panameño, China apoyó la expansión del Canal de Panamá antes del restablecimiento de relaciones, Panamá fue estratégico para introducir multinacionales Chinas para el aprovechamiento de la plataforma de servicios de clase mundial que ofrece ese país, así como una entrada a las Américas. Adicionalmente, hemos visto que la diplomacia China ha ofrecido su apoyo eventual a proyectos como el de un ferrocarril interoceánico en Honduras o un nuevo canal por Nicaragua las cuales no necesariamente pasan por la ruptura de relaciones con Taiwán como un requisito prioritario.
La diplomacia estadunidense, se basa en reconocer el juego en el campo de las Naciones Unidas, ya que en 1971, Taiwán se vio obligado a retirarse de las Naciones Unidas después de que la Asamblea General aprobó una moción que reconoce la República Popular de China como el único representante legítimo de China ante la ONU. El Presidente Trump ya afirmó el compromiso de Estados Unidos con la política de «una sola China» a pesar de mantener relaciones cordiales con Taiwán. Sin embargo, la pregunta continúa en el ambiente, ¿China avanza en el región centroamericana con el ok del gobierno de Trump? , se estará cumpliendo la consecuencia americana de retirar su apoyo al Plan Alianza de la Prosperidad a El Salvador?
