La capacidad de los músicos, actores, diseñadores, arquitectos, cantantes y otros profesionales capaces de generar riquezas y empleos a partir de ideas; precisamente de esto consiste la Economía Naranja. Una economía altamente poderosa pero que actualmente no se ha visualizado toda la explosión de oportunidades que puede generar para la región, países latinoamericanos que poseen una historia y un presente altamente rico en cultura y arte, pero que simplemente no hemos sido capaces de capitalizar.
Midiendo el impacto de la Naranja
El Banco Interamericano del Desarrollo (BID) estima que el 6.1% de la economía mundial depende de la Economía Naranja. Para entender la relevancia de este porcentaje si este número correspondiera a un país sería la 4ta economía más grande del mundo reportando 4.3 billones de dólares anualmente; es 20% más grande que la economía de Alemania y sería lo novena potencia comercial del planeta exportando bienes y servicios por más de $646, 000 millones.
Se estima que la Economía Naranja es capaz de generar 144 millones puestos de trabajo, escalando el impacto sería la 4ta fuerza laboral global, poniendo en contexto esta cifra se puede decir que es casi la misma cantidad de puestos de trabajos que es capaz de generar Estados Unidos.
Definitivamente el poder de esta economía es grande, si revisamos la evolución entre los años 2002 al 2011 se observa un crecimiento del 134%, nada despreciable. En ella existen las oportunidades para crear los empleos y el desarrollo sostenible necesario para 107 millones de jóvenes de Latinoamérica y el Caribe.
Definiendo la Naranja
La Economía Naranja o Creativa por definición es el conjunto de actividades de manera encadenada que transforman las ideas y nuestra identidad cultural en bienes y servicios que enriquecen nuestras vidas. Esta economía tiene una característica peculiar dado que los bienes y servicios que se transan en este mercado tienden a que el valor simbólico supera a su valor de uso.
A este motor de desarrollo basado en el talento de la gente y el patrimonio cultural de la humanidad, es llamado Economía Naranja. El Banco Interamericano del Desarrollo (BID) clasifica en tres grandes segmentos las actividades que componen este sector de la siguiente manera:
- Convencionales: Editorial, Libros, Impresión, Jornales académicos, Revistas, Periódicos, Literatura, Cine, Televisión, Discografía, Fotografía, Video y Radio.
- Otras: Artes visuales y Escénicas, Conciertos y presentaciones, Teatro, Orquestas, Danza, Gastronomía, Arquitectura, Deportes, Productos Típicos, Diseño y Moda.
- Nuevas: Multimedia, Publicidad, Software y Videojuegos.
Revolución Naranja
Nuestro país ha tenido en el primer semestre del 2016 una explosión de interesantes propuestas como Godspell Guatemala (Teatro Musical), Truffaldino (Teatro Comedia), El genio de la lámpara, Mary Poppins (Teatro infantil), Guatemala Re(v)ela (Fotografía), Coyuntura 13 (Diseño de Moda), Bienal de Arte Paiz, Juannio, entre otros. A pesar de listar algunas me quedo corto en mencionar dada la cantidad interesante que ha habido en nuestro país.
Sin embargo para capitalizar las oportunidades de esta explosiva economía necesitamos retener, atraer, capturar y reproducir el talento de un segmento de la población, que en su mayoría se encuentra subvalorado y pobremente renumerado económicamente.
En Guatemala existe talento que vale mucho, sólo es de aprovechar los recursos creativos y patrimonio cultural para generar una interesante ventaja comparativa. Es necesario reconocer las actividades que conforman la Economía Naranja de nuestro país como un trabajo legítimo y que se dé una remuneración adecuada. Al mismo tiempo fomentar en la sociedad espacios y procesos de creación. Es fundamental tomar riesgos de adopción temprana de políticas y fomentar ecosistemas que permitan el desarrollo de este tipo de actividades.