Ana Paola García
Recientemente el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, liderado por el Ministro Rojas Espino, publicó el Acuerdo Gubernativo 164-2021 Reglamento para la Gestión Integral de los Residuos y Desechos Sólidos Comunes, siendo este un primer paso para lo que muchos han pedido por años “componer el problema de la basura”. Este pequeño gran problema de la basura es como el elefante en la sala, todos saben que está, pero muy pocos hacen algo al respecto.
En Guatemala, “problema de la basura” responde a una mala gestión de los desechos y residuos. Por tanto, un primer avance para solucionarlo de fondo, como la propone el reglamento en mención, es la creación de normas sanitarias y ambientales que permitan la correcta gestión integral de los residuos y desechos sólidos. Aunque la respuesta suena bastante lógica, muchas veces llegar a respuestas lógicas es difícil cuando el problema es demasiado grande.
Para entender los aspectos positivos del reglamento es importante comprender la situación actual[1]. Al 2018, el país contaba con una población de casi 15 millones de habitantes y se generó casi 8 toneladas de basura diarias.
Según las estadísticas del INE, de los 3,275,931 millones de hogares registrados al 2018, el 41.86% contó con servicio de extracción de basura municipal o privado, el 51.31% enterraron, quemaron o tiraron la basura en cualquier lugar y el 6.2% restante generó abono, recicló o utilizó alguna otra fuente de disposición.
Seguramente que del 41.86% que contó con servicio de extracción pocos tienen claridad del destino final de sus desechos pues, en 2017 el Ministerio de Ambiente identificó 2,240 basureros, 86% de ellos clandestinos, 13% municipales y 1% privado, para entonces, el 99% no contaba con Instrumento Ambiental. Este descontrol ha significado provocado altos niveles de contaminación como lo vemos en el Lago de Amatitlán, el Río Las Vacas y Montagua, por mencionar algunos.
El problema real no es la cantidad de desechos sino lo que se hace con ellos desde que se generan hasta que llegan a un vertedero o en nuestro caso, un lago, río o mar. ¡Es el elefante en la sala! Todos los generamos, los desechamos, lo padecemos, pero no hacemos nada al respecto. La triste realidad es la ausencia de un sistema efectivo que ordene y garantice el adecuado manejo de desechos sólidos.
Una vez dimensionado el problema, es importante conocer como el reglamento ordena el sistema. En primera instancia, obliga a toda la población a separar su basura para facilitar e incentivar el reciclaje y recuperación de material. En el plazo del primer año todos deben cumplir con una clasificación primaria (orgánico e inorgánico) y dos años después con la clasificación secundaria (papel y cartón, vidrio, plástico, metal, multicapa, otros).
Segundo, obliga a los recolectores, transportistas, almacenadores, a los encargados de la transferencia, tratamiento y disposición final a tomar medidas para salvaguardar el medio ambiente y la salud tanto de sus colaboradores como de la población en general.
Las normas detallan procedimientos específicos que cada uno debe cumplir como constancia de tarjeta de salud para los trabajadores de esta industria, la adquisición de vehículos y carrocería adecuada para movilizar los desechos, los procedimientos de lavado de vehículo, periodicidad de recolección, medidas y espacios físicos para el adecuado almacenamiento y transferencia de los desechos.
De igual manera, establece reglas básicas que deben cumplir las plantas de tratamiento en cuanto a su estructura y diseño, ventilación, mitigación de olores, entre otros dependiendo del mecanismo a utilizar. Por último, uno de los puntos más importantes, es que establece que la disposición final de los desechos debe realizarse por medio de rellenos sanitarios, cumpliendo con todas las normas ambientales. Esto sin duda es un gran paso para eliminar los más de 1,000 vertederos clandestinos actuales.
Tercero, incentiva al Ministerio de Ambiente, Ministerio de Salud y Municipalidades a coordinarse para que de manera conjunta den debido cumplimiento al reglamento siguiendo los principios de economía circular y les obliga a generar campañas educativas para promover en la población la práctica de las normas sanitarias correspondientes a su rol como generadores de residuos y desechos.
Es por ello, que el Reglamento para la Gestión Integral de los Residuos y Desechos Sólidos Comunes se convierte en una herramienta para ordenar a todos los actores involucrados en el proceso del manejo y disposición de residuos y desechos en un sistema donde cada uno se responsabilice de cumplir con su parte.
Si bien el reglamento no impactará en un corto plazo como suelen hacerlo las medidas cortoplacistas como las prohibiciones de productos específicos (como el plástico), sin duda impactará en un mediano y largo plazo. Pues como todos los buenos cambios que solucionan problemas de carácter social, y en este caso socio – ambiental, la mejor solución son políticas públicas que atiende los problemas de fondo, aquellas que requieren del compromiso del ciudadano de a pie en coordinación con las instituciones rectoras.
A diferencia de las prohibiciones, esta medida corregirá los hábitos individuales para la clasificación de desechos, permitirá a las entidades responsables tener un mejor control del cumplimiento sanitario y ambiental, se reducirán los vertederos, se dignificará el empleo de los recolectores de basura salvaguardando su salud, entro otros, y principalmente, nos encamina a corregir el eterno problema de la basura.
[1]Es importante aclarar que los últimos datos estadísticos sobre la generación de desechos sólidos por hogar realizados por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, corresponden al 2018.
