La participación de Hubbard ha provocado la molestia de varias atletas que competirán contra la neozelandesa debido a la ventaja física injusta en la halterofilia.
Redacción Perspectiva
El próximo lunes 2 de agosto, Laurel Hubbard de 43 años participará en la prueba de halterofilia femenina de 87 kg los Juegos Olímpicos, lo que la convertirá en la primer atleta transgénero en competir en esta categoría.
«Todo esto es un chiste malo», asegura una de las principales rivales de la atleta transgénero en la categoría de pesos pesados de halterofilia.
Para muchos expertos, la atleta trans tiene “ciertas ventajas” que podrían implicar una competencia injusta para el resto de competidoras.
En una situaciones más que inusual, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 serán testigos de un hecho insólito que podría transformar por completo el significado de la competencia justa, al permitir una cierta ventaja física.
Las atletas de halterofilia han manifestado su molestia ante la clara ventaja de Hubbard por sus condiciones físicas de nacimiento con cuerpo de hombre.
Sin embargo, las reglas establecen que debe cumplir con el nivel de testosterona que indicaron los médicos durante al menos 12 meses anteriores a la competición y Hubbard cumple con estos parámetros, por lo que no hay forma de impedir su participación.
Para atletas olímpicos de la comunidad LGTBIQ+ como Caitlyn Jenner o Martina Navratilova, la participación de Hubbard en la rama femenina es algo totalmente injusto y sin sentido.
«Es una política errónea del COI la que ha permitido la selección de un hombre biológico de 43 años que se identifica como mujer para competir en la categoría femenina», apuntaron en una declaración conjunta firmada por varias atletas.
Otra situación que ha generado polémica es que Laurel Hubbard ha reconocido que se inició en la halterofilia cuando era joven. Aunque, aclara que se inició de forma profesional ya como atleta transgénero, a los 30 años.