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martes, abril 8, 2025

Juan Corz, el emisario de la Virgen del Carmen

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«El venerable desconocido», como lo llamó el padre Bruno Frisón, es un personaje virtuoso que  forma parte de la historia fundacional del Cerro del Carmen, uno de los espacios emblemáticos de la ciudad de Guatemala.

María Renée Saravia

Juan Corz era considerado autor de milagros durante el tiempo que fue protector de la Virgen del Carmen.  Tanto su llegada a Guatemala como su desaparición estuvieron rodeadas de un misterio que género diversas interpretaciones al respecto.

Vida y viajes de Juan Corz

La historia de Juan Corz fue investigada por padre  Bruno Frison, quien publicó el libro “Juan Corz venerable desconocido” donde relata la historia del misterioso personaje.

Corz, nació en Toiran, jurisdicción de la región genovesa de Italia. Esta información fue determinada por Frison a partir de los  documentos paleografiados por Agustín Estrada, en donde se declara la inscripción de Juan Corz –el ermitaño-  a la Tercera orden de los Franciscanos en 1620.

Juan Corz había salido de su tierra natal para realizar el peregrinaje a Jerusalén, a su regreso  pasó por el monasterio de Ávila, lugar donde le confiaron  traer a Guatemala una imagen de la Virgen dejada por Santa Teresa de Jesús con instrucciones de ser llevada a Guatemala para su protección.

Al llegar a Guatemala, Corz  buscó el sitio apropiado para cumplir con la promesa realizada. Siguiendo el camino Real, llegó al  Valle de las Vacas, hallando en la zona conocida como El Rincón de la Leonera, un peñasco donde encontró dos cuevas que consideró adecuadas para su resguardo  (se guarda registro de su veracidad gracias a la tradición oral y su registro oportuno).

Permaneció en este sitio, en donde fue acogido por los pobladores, quienes regularmente llegaban a visitar a la Virgen del Carmen, según el padre  Bruno Frison  en su libro “Juan Corz venerable desconocido”.

Sin embargo, según cuenta la tradición oral, la Virgen le había indicado que este no era el sitio adecuado para su permanencia. Los pobladores intentaron trasladarla a una capilla más apropiada (en el lugar donde sería fundada La Parroquia) pero según cuenta la tradición durante la noche la Virgen regreso a la cueva donde la había colocado el ermitaño.

Finalmente la búsqueda concluyó cuando Juan Corz llegó a la cima de un cerro que le semejaba al Monte Carmelo, lugar donde sería colocada permanentemente la Virgen del Carmen y que daría nombre al hoy conocido Cerro del Carme.

En los años siguientes fue construida la ermita del Cerro del Carmen en 1620, motivo por el cual el Valle de las Vacas, fue bautizado como Valle de la Ermita. Posteriormente  fueron llevadas varias familias de indígenas de Canalitos, originarios de Santa Cruz Vera-Paz  para confiar  su cuidado y protección.

En el Cerro del Carmen es conocida la devoción del día de la Cruz, el 3 de mayo, que puede estar relacionada con el establecimiento de indígenas provenientes de Santa Cruz Verapaz, población fundada en honor a la Santa Cruz. El simbolismo de la cruz fue asimilado por las poblaciones locales, dotándola de conceptos ancestrales enraizados en la cosmovisión Mesoamericana, relacionándola con los puntos cardinales

A partir de la construcción de la Ermita, surgieron diferencias entre Juan Corz y el presbítero Juan Aguilar Suarez, beneficiario del Valle de Mixco, quien lo denunció en dos ocasiones ante el Tribunal del Santo Oficio de México en 1620. Posteriormente se realizó otra denuncia en 1622 por el sucesor del presbítero.

Tiempo después el ermitaño desapareció, sin que se conozca el lugar de su último paradero.

Ermita del Cerro del Carmen en 1875 (Foto: autor desconocido, la Web)

Juan Corz en la tradición oral

Se dice que la Virgen brindaba protección a sus verdaderos fieles, así lo da a conocer Agustín Estrada en “Historia de la iglesia del Cerrito del Carmen”,  el cual recopila el testimonio de habitantes del Cerro que datan de 1792, sobre las advertencias que se presentaron en el Cerro del Carmen cuando en 1620, se escuchó que algunos guardaban envidia en contra de Juan Corz, se dice que:

“ …de la cima del cerro se desató un incendio tal que se quemaron todos los palos y matorrales, salvándose solo la imagen de la Virgen del Carmen, al otro día se sentía un olor tan penetrante pero todo estaba en tranquilidad y así continuó hasta que se terminó de construir la Iglesia en 1620”.

A partir de este hecho,  innumerables relatos se contaron durante el siglo XVII, que quedó registrado en documentos en los cuales se describía la presencia de luces o bolas de fuego que se observaban, algunos decían que desde el cielo y otros que salían de la Iglesia como símbolo de protección de la Virgen para sus fieles devotos.

“Hanse visto de casi cien años acá en este hemisferio de Guatemala semejantes extrañezas, globos de fuego o centellas. Los más memorables son, uno que dicen fue el primero que se vio el año 1620, según apuntó un curioso caballero de aquella edad; otro se vio a 14 de abril de 1649; otro a 25 de marzo de 1680; otro a 20 de enero de 1681; otro por enero de 1688; otro a 18 de septiembre de 1691 a hora mediodía. Deus misereatur nostri (Tomado de Cronicas de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Francisco Vasquez )”.

Los relatos sobre bolas de fuego bajando del Cerro del Carmen fueron inmortalizados en el libro del escritor Héctor Gaitán. En la cual narra  la aparición  de las bolas de fuego como  consecuencia de faltar el respeto a la Virgen del Carmen.

Otras leyendas populares relacionadas con Juan Corz

Una vecina del Cerro del Carmen compartió una historia familiar que se relaciona con la historia de Juan Corz. A continuación el relato:

“Me contaba mi abuelo que hace muchos años había un cura que le tenía envidia a un monje de la Iglesia del Cerrito del Carmen. Entonces lo denunció para que lo castigaran, fue a decir que lo había visto cometiendo actos impuros con una mujer que llegaba en las tardes.

Al monje lo castigaron, después no volvieron a verlo. Muchos años después cuando el cura que mintió estaba muriéndose, confesó que tenía miedo de morirse porque sabía que había hecho algo imperdonable, al poco tiempo  murió.

Dicen que el espíritu del cura se quedó en el Cerro, pagando por su pecado y que todavía puede verse recorriendo el Cerro por las noches».

 

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