El 5 de agosto de 1962 se encontró sin vida a la diva hollywoodense Marilyn Monroe, cuya muerte resultó tan misteriosa como accidentada fuera su breve existencia.
Redacción Perspectiva
El oficial de policía que encontró el cuerpo de Marilyn Monroe dijo que las circunstancias del hecho eran sospechosas y que probablemente el cuerpo había sido acomodado y el vaso de donde supuestamente tomó habría desaparecido.
Las versiones del deceso fueron del suicidio al asesinato, pasando por el accidente, pero jamás se llegó a una conclusión, aunque veinte años después del hecho se reabrió una investigación.
Norma Jeane Baker nació en 1926. Su madre sufría perturbaciones mentales y fue internada en un psiquiátrico, por lo que debió trabajar en una planta de construcción de aviones, donde conoció a su primer esposo, con quien estuvo casada cuatro años.
Poco después de su divorcio, fue descubierta por un fotógrafo y se inició en el modelaje, lo que la llevaría a la actuación. Luego de tres papeles secundarios en los que no se acreditó su nombre debidamente, cambió su nombre a Marilyn Monroe y cambió el color de su cabello castaño claro al rubio platinado que marcaría su identidad.
Monroe llevó una vida donde se combinaron el escándalo y las ansias por el reconocimiento de que era algo mucho más que la “rubia tonta” que todos creían ver en la pantalla. Su coeficiente intelectual era muy superior al del promedio y su talento como actriz dramática fue evidente en varias cintas, aunque su apariencia de “símbolo sexual” que la había hecho triunfar en la pantalla se convirtió en su principal enemigo. Casi seis décadas después de su muerte, sus fanáticos la siguen divinizando por su apariencia casi perfecta y poco se habla de sus otras cualidades.