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jueves, marzo 13, 2025

Bukele y la estrategia que motiva reacciones opuestas

Corinne Dedick, analista del CIEN, y Horst Spitzke, consultor en seguridad estratégica, comentan el abordaje a las pandillas en El Salvador, tema que motiva reacciones encontradas. Además, el criminalista y criminólogo Edy Morales, analiza las diferencias del fenómeno maras en ambos países.

Roxana Orantes Córdova

En enero de este año, hubo 1,273 denuncias por extorsión. El mes anterior se reportaron 1,096, lo que incrementó la tasa interanual que es de 8.1 denuncias por cada 100 mil habitantes, indica el último Índice de Denuncias de Delitos del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

Según datos del Sistema Penitenciario, en Guatemala hay 24,005 presos, de los cuales 10,397 hombres y 1,215 mujeres están en prisión preventiva, mientras 10,888 hombres y 1,595 mujeres ya fueron condenados.

La sobrepoblación en las cárceles guatemaltecas es de 360%, informa Corinne Dedick. Además, los centros penitenciarios son lugares donde un alto porcentaje de reos no son delincuentes peligrosos, indica Spitzke, quien agrega: “hay quien entra por hurto y sale convertido en peligroso criminal”.

Con este panorama, y en el contexto de la polémica motivada por la política criminal del presidente Nayib Bukele, que desata pasiones en la región y en otros países, vale preguntarse si en Guatemala será posible y procedente implementar acciones similares.

“Ningún sistema penitenciario del mundo soporta 60 mil arrestados”, dice Dedick

Con años de experiencia analizando el sistema penitenciario desde el CIEN, Corinne Dedick considera que es complicado pronunciarse sobre una situación de la que existe muy poca información real.

“No sabemos qué pasa en realidad, es aventurado opinar”, afirma y agrega:

 “Arrestaron aproximadamente a sesenta mil supuestos pandilleros. Algunos fueron llevados a un nuevo centro de reclusión. Ningún sistema penitenciario del mundo soporta sesenta mil arrestados. El volumen de arrestos obligó a un nuevo centro, que según la información oficial, es una mega cárcel.

Antes de estos arrestos, en El Salvador ya existía sobrepoblación carcelaria, pero en un volumen menor a la de Guatemala, con 170% de sobrepoblación, mientras en Guatemala el hacinamiento es de 360%”.

Por otra parte, indica, en Guatemala falta control y orden interno. Implementar una política similar sería muy difícil. En El Salvador se pasó una ley que establece el régimen de excepción para construir cárceles, lo que implicó que se puedan realizar construcciones de forma más rápida y ajustaron varios mecanismos administrativos.

Acá se construye un nuevo centro penitenciario, con tres mil espacios. Guatemala es uno de los cinco países del mundo con más hacinamiento carcelario. No veo viable que acá se realicen arrestos masivos, la población carcelaria es demasiado grande y la construcción de infraestructura, muy lenta. De nada sirve que los arresten si seguirán delinquiendo en la cárcel. Aparte de comida y techo, los centros penitenciarios necesitan control”.

Sin embargo, en Guatemala pueden impulsarse alternativas para el abordaje del fenómeno, indica. “Es importante trabajar en la prevención. Interrumpir el reclutamiento en escuelas por ejemplo. Un esfuerzo coordinado que evite la entrada de los adolescentes a las maras, ya que una vez entran, es muy complicado y caro sacarlos. Es necesario implementar una estrategia visible, más presencia y trabajar con jóvenes y población en general, más allá de programas o charlas cada cierto tiempo, sabiendo que la prevención no tiene un efecto inmediato”.

“Aplaudo la medida de Bukele: Spitzke”

“Dónde están los derechos de las personas honradas que tienen pequeños negocios, a las que esos grupos criminales matan y extorsionan?” pregunta Horst Spitzke, quien menciona que “Guatemala necesita líderes gobernantes y funcionarios que hagan respetar las leyes” y agrega:

“El gobierno es electo democráticamente, según el sistema republicano. Al juramentarse afirman que cumplirán la ley, la cual no es para favorecer o afectar a grupos en particular. Pero en Guatemala, no han hecho nada para contrarrestar este flagelo.

Critican a Bukele por la forma en que está trabajando, pero El Salvador estaba totalmente tomado por los delincuentes, con altísimos índices de criminalidad gracias al fenómeno de las pandillas. Para contrarrestar esto, se necesitan empleos, inversión, más calidad de vida y combate a la delincuencia.

Sin embargo, en Guatemala el área rural se encuentra en abandono total del Estado. Esto motiva la migración del interior hacia la capital y obviamente, hacia el Norte. Urge recuperar las leyes y atraer empresas que inviertan. No call center, empresas que produzcan.

Resultado de la crítica situación, los mareros terminan siendo sicarios, traficantes de armas, de drogas y llegan a controlar barrios, donde sacan a personas de sus viviendas para tener el control total.

En Guatemala, de cada 10 empresas, entre cuatro y seis pagan extorsión a esos delincuentes, pero al final, es el consumidor final el que termina pagando las extorsiones. Considero que el abordaje de Bukele es adecuado para Guatemala.

Las maras se roban a los patojos. Si el Salvador que es más pequeño que Guatemala pudo poner orden, ¿cómo es posible que acá no logremos poner orden?

En siete meses, Bukele construyó una cárcel de alta seguridad. Es evidente que está velando por su país. Un gobierno que cumpla las leyes y no robe, puede terminar con ese flagelo. Si no robamos, podemos poner orden. Bukele primero limpió el gobierno y hoy, existe más tranquilidad en El Salvador”.

Edy Morales: “En Guatemala el fenómeno no es homogéneo, como en El Salvador”

Sociólogo especializado en criminología y criminalística, Edy Morales trabajó en un proyecto llamado Universidad de la Calle, donde se analizó a profundidad el fenómeno, en diversas colonias y municipios capitalinos.
A partir de esta experiencia, explica:

“Hay muchas diferencias entre El Salvador y Guatemala. Aunque el fenómeno es el mismo y algunos aducen que existe interconexión, lo cual refuto. Por ejemplo, un miembro de la pandilla 18, salvadoreño, llega a Guatemala y es aceptado en alguna clica por la simbología, pero esto no implica la interconexión. Menciono esto basado en los casos que vi.

Por otra parte, es muy difícil que un chapín marero vaya a El Salvador, aunque sí se da la migración aislada y esporádica de allá para acá.

En El Salvador es un fenómeno homogéneo, desde el punto de vista sociocriminal. En Guatemala es más heterogéneo, por ejemplo, en El Salvador los integrantes son mestizos, acá hay varios indígenas o mayas, lo comento por los apellidos que se observan. Además, ningún indígena que viva en su comunidad se integra a las maras”.

Otras grandes diferencias que menciona son:

 “En 2015, El Salvador declaró a las maras organizaciones terroristas. En Guatemala son consideradas como crimen organizado. Para que una organización sea terrorista debe tener estas características: 1. Búsqueda de poder, 2. Doctrina o ideología de corte fundamentalista y 3. Ataques de índole asimétrica, para crear pánico en la comunidad. Esto puede parangonarse con la guerrilla en Guatemala.

Actualmente, a las maras guatemaltecas no les interesa alcanzar el poder. Son crimen organizado parasitario, viven del status quo. Si bien cometen actos terroristas, no son grupos terroristas. Estas son diferencias grandes”.

En cuanto al abordaje del fenómeno señala:

“Las políticas de mano dura no han resultado efectivas a largo plazo. En el caso de Bukele, tiene a los tres organismos del estado alineados, lo cual lo convierte en potencial dictador ilustrado, que a diferencia de los dictadores déspotas y tiranos, tiene una visión de Estado. Es megalómano y mesiánico, pero con una visión de Estado.

Ante la enorme crisis de seguridad en El Salvador y la rápida respuesta, el pueblo de ese país lo ve como un salvador. Logró implementar su estrategia apoyado en estados de excepción, que formalmente violan los derechos humanos.

No quiero que se malinterprete esto como una defensa de los presuntos delincuentes detenidos, pero es necesario puntualizar que los estados de excepción son contrarios a varias convenciones internacionales.

Pese a todo, la estrategia de Bukele le genera réditos. Se trata de un gobernante populista que está apostando a reelegirse en 2024 y al amortiguar este fenómeno que genera mucha desesperación, además de combatir previamente la corrupción, logró generar esta estrategia de forma efectiva y audaz, si bien es casi imposible visualizar el abordaje de prevención terciaria con más de 40 mil reclusos. Así como reprimen, deben realizar tratamiento, diagnóstico y ubicación. Da la impresión de que actualmente, se limitan al primer momento, la detención y el tratamiento está ausente. Sería lamentable que la estrategia se convierta en una bodega de mareros.

Toda política penitenciaria debiera sujetarse a reglas mínimas establecidas en tratados y convenciones, como el Pacto de San José o la Convención contra la Tortura.

Estoy de acuerdo con que sean duros, pero que no irrespeten la ley. Y en lo que vemos a través de los medios, se muestra una serie de violaciones. Es necesario intentar la rehabilitación”.

En cuanto al abordaje en Guatemala, indica:

“Acá el fenómeno de las maras no es tan enraizado en la cultura. Las clicas son más heterogéneas y los llamados ranfleros (algo como un comité central o gobierno), no tienen autoridad a nivel nacional, como en El Salvador.

Los líderes o palabreros tampoco tienen tanta autoridad como allá. ¿Puede adoptarse la estrategia Bukele? Sí, pero acá no necesariamente con un estado de excepción. Es posible hacer operativos tácticos focalizados. Si Guatemala se lo propusiera, con sus aparatos de inteligencia, infiltrados y operativos focalizados se podría combatir ese fenómeno de forma efectiva”, concluye.

 

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