Dos especialistas en seguridad: Edy Morales, criminalista y Lesvia Hernández, comunicadora con doctorado en Seguridad Estratégica, explican los diversos elementos que conforman un panorama en el que se producen diversas formas de violencia contra las mujeres y niñas, cuando varios crímenes de esa naturaleza alarman a los guatemaltecos, quienes coinciden en condenar esos hechos.
Roxana Orantes Córdova
El 25 de enero, el Ministerio Público (MP), realizó un homenaje a Luz María del Rocío López Morales, investigadora en la Fiscalía de Niñez y Adolescencia, estrangulada y abandonada en un tragante de la zona 2 capitalina.
Días antes se había realizado una marcha de protesta, desde la Avenida Simeón Cañas, donde sucedió el hallazgo, a la Plaza de la Constitución.
El esposo de la abogada, Jorge Zea, fue ligado a proceso por el crimen, que ha motivado una generalizada condena social. El 22 de enero fueron encontrados los cuerpos de cinco mujeres de diversas edades muertas violentamente en Guatemala.
Entre los crímenes contra mujeres y niñas que motivaron mayor repudio está el de la pequeña Hillary Arredondo (3), secuestrada, vejada y asesinada. Los tres presuntos responsables fueron arrestados por las autoridades, que están demostrando esfuerzos por esclarecer los casos.
Según datos de la Secretaría Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas, en 2019 el MP atendió 9,212 denuncias de violencia sexual, mientras el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, realizó 6,357 reconocimientos médicos por delitos sexuales.
Desde el Congreso, algunas bancadas hicieron propuestas para contener la criminalidad que afecta a las mujeres. Por ejemplo, VIVA promueve la castración a los violadores, mientras dos bancadas de izquierda pidieron a la Junta Directiva del Congreso que legisle sobre las diversas violencias contra las mujeres, si bien abogados aclararon en redes que el papel de la Junta Directiva no es legislar, actividad que corresponde a los diputados. Por otra parte, el país cuenta con una amplia normativa relacionada con el tema.
Una voz activa en este contexto ha sido la del Procurador de los Derechos Humanos (PDH), Jordán Rodas, quien en su cuenta de Twitter afirmó: “Guatemala es uno de los peores países para ser mujer. Las mujeres y niñas merecen tener una vida libre de violencias”.
Los recientes casos ponen “el dedo en la llaga”, si bien los datos oficiales indican que la violencia homicida en general ha disminuido sustancialmente desde 1995 a la fecha. Ello no merma la tragedia y la relevancia de la violencia que se ejerce contra las mujeres y niñas, tema que según afirman Hernández y Morales, debe ser atendido desde diversas perspectivas.
“Por épocas, los demonios se sueltan”
Según la doctora en Seguridad Estratégica Lesvia Hernández, los hechos de violencia siempre son consecuencia de un ejercicio de poder que se realiza sobre el más vulnerable y en todos los estratos sociales. “La violencia contra las mujeres es la que se ejerce por su condición de género, se basa en que para algunos hombres, la mujer es su posesión y pueden hacer cualquier cosa con ella”, explica.
En el país hay más de una normativa para combatir la violencia contra las mujeres. La Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia intrafamiliar, señala en su artículo 1:
“Violencia intrafamiliar. Constituye una violación a los derechos humanos y para los efectos de la presente ley debe entenderse como cualquier acción u omisión que de manera directa o indirecta causare daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico o patrimonial, tanto en el ámbito público como en el privado, a persona integrante de grupo familiar, por parte de parientes, o conviviente, o ex conviviente, cónyuge o ex cónyuge con quien se haya procreado los hijos e hijas”.
Hernández explica que además, la Ley contra el Femicidio tipifica diversas formas de violencia contra las mujeres. Por ejemplo, la violencia económica o patrimonial, consistente en el despojo de sus bienes o negativa de sostener a los hijos; psicológica, cuando la mujer es amenazada e insultada, y física o golpes diversos que pueden conducir a la muerte.
“A pesar de los logros del sector de mujeres, que deben ser reconocidos, y a pesar de que a nivel del Estado hay institucionalidad para abordar el tema, los hechos, si no muestran incremento, sí evidencian que las violencias contra mujeres y niñas sigue de manera inalterable. Eso es lo más preocupante. Pareciera que por épocas, los demonios se sueltan. Los hechos recientes, especialmente contra niñas, sucedieron en un corto período de tiempo”, concluye.
“Un patrón que se repite”, señala Morales
“Desde el contexto sociológico criminológico, los procesos de socialización se dividen en primario, secundario y terciario. El primario es la familia y si en esta se dan abusos físicos, sexuales o verbales contra el niño o este es testigo de hechos violentos entre sus padres, se generan prácticas nocivas”, indica Morales.
Posteriormente, el niño interactúa en un proceso secundario, que es su inserción escolar. En ese ambiente de pares, se forman grupos y los niños que fueron violentados de alguna manera, suelen agruparse, así como se agrupan los que no tienen problemas de esa naturaleza en sus hogares, explica el criminólogo.
Finalmente, la relación terciaria es la del individuo insertado en el mundo laboral, donde “puede ser muy profesional pero al tener pareja, podría aflorar la violencia aprendida en la infancia. Este podría ser el caso de la abogada e investigadora asesinada, cuyo esposo también era profesional y sin embargo, podría tratarse de alguien que simplemente retornó a patrones de violencia instalados desde la infancia”.
Morales coincide con Hernández en definir la violencia como un acto de poder: “Max Weber explica que en la violencia siempre existen factores de poder y dominación. En las familias, partidos políticos, en toda clase de grupos”.
Sin embargo, agrega, si bien es un hecho que predomina la violencia de hombres hacia sus parejas, también es verdad que hay mujeres violentas en los núcleos familiares, además de que el fenómeno también se observa en parejas homosexuales. Asimismo, menciona que muchas mujeres inculcan la cultura machista a sus hijos, con lo que abren el camino a la violencia intrafamiliar.
Al caso de Luz María se agrega un elemento que califica de “responsabilidad colectiva”, debido a que la víctima y su pequeña hija pidieron auxilio sin respuesta de los vecinos. “No involucrarse evidencia falta de solidaridad en la comunidad, lo que es grave y evidencia la necesidad de que el Estado replantee la educación y se implementen políticas para fomentar una convivencia pacífica desde la fase primaria de la socialización”.
Y aunque Morales reconoce el descenso en la violencia homicida durante los últimos años, enfatiza en que las diversas formas de violencia abarcan los aspectos más diversos y derivan de paradigmas falsos que lejos de condenar, favorecen esas violencias.
2020: la menor tasa de violencia homicida desde 1995
El vocero de la Policía Nacional Civil (PNC), Edwin Monroy, dijo a los medios de comunicación que “se han dado órdenes precisas para iniciar investigaciones por las muertes violentas de mujeres”. Además, informó que al 25 de enero se reportaron 39 capturas, algunas en delito flagrante y otras, por orden de juez, por violencia contra la mujer o violencia intrafamiliar.
Estas muertes violentas constituyen una vergüenza nacional y están enmarcadas en un panorama donde predominan los homicidios contra hombres. El contexto de violencia no puede ser obviado, aunque también es un hecho que los homicidios han disminuido visiblemente en los últimos años.
En 2020, las sedes periciales del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) en todo el país realizaron 3,498 necropsias consecuentes de presuntos hechos criminales. De estas, 2,943 corresponden a hombres y 555 mujeres, todos posibles víctimas de hechos violentos que pasaron a ser investigados.
Esta cifra es menor en los datos de la PNC, porque el INACIF incluye varios casos de muertes que finalmente resultan accidentales o resultado de suicidios, indica en un artículo de Diálogos Carlos Mendoza, analista del tema.
Según esta fuente, al cierre de 2020, la tasa de homicidios en Guatemala fue de 15 por cada 100 mil habitantes, la menor desde 1995. «La sociedad guatemalteca experimenta el nivel de violencia más bajo de los últimos 35 años”, explica el texto.
En 2020, «la PNC reportó 358 homicidios de mujeres y 2,214 de hombres, para un total de 2,572. “Por cada 100 hombres víctimas de la violencia homicida, hubo 16 mujeres, que representaron el 14% de todas las víctimas”.
Cada día de 2020, señala Mendoza, hubo una mujer víctima de la violencia, y seis hombres muertos. La tasa para mujeres sería de 4.2 por cada cien mil habitantes, y la de hombres 26.5 por cien mil.
La violencia homicida ha disminuido ostensiblemente. En 2009, la tasa era de 46 homicidios por 100 mil habitantes. Según Mendoza, ha disminuido 67% respecto a aquel año y 30% respecto a 2019.
La evidente y comprobada reducción de los homicidios en el país, así como la rápida acción de las autoridades en los recientes crímenes contra mujeres y niñas, son dos elementos que no pueden desestimarse, especialmente si el Estado continúa fortaleciendo las instituciones que atienden el tema, e implementando políticas públicas para educar a los guatemaltecos en el camino para erradicar la cultura de violencia que muchas veces termina en tragedias como las recientes.
¿Dónde llamar si se es víctima de violencia intrafamiliar o de género?
- El MP tiene el número 157 y una APP llamada Reportes MP, donde hay un Botón de Pánico.
- 1571 del Instituto de la Defensa Pública Penal.
- 1572 del MP
- 110 de la PNC
- 1549 Organismo Judicial