Educación en crisis. Esta es una de las secuelas que dejan dos años de medidas restrictivas en el mundo. Amanda Santizo, abogada y Beatriz Berganza, psicóloga clínica, comentan cómo incide esta situación en Guatemala, donde los niños comienzan a mostrar las consecuencias del aislamiento y los colegios están amenazados por la quiebra, además de que son objeto de acoso gubernamental.
Roxana Orantes Córdova
Aulas vacías es una triste frase acuñada por la UNICEF para describir el estado de la educación en el mundo. En 2021, 114 millones de estudiantes de América Latina (LATAM), se ausentaron de las aulas, informó esa entidad.
En la educación pública, pese a los esfuerzos gubernamentales por garantizar la educación a distancia, las interrupciones escolares tienen un impacto negativo y se estima que más de tres millones de estudiantes de LATAM podrían abandonar los estudios definitivamente.
El 10 de enero, el Ministerio de Educación (MINEDUC) emitió un acuerdo según el cual los municipios con alerta roja permanecerían bajo la modalidad de educación virtual. Poco después, el 24, las autoridades anunciaron en un comunicado que dejaban a criterio de los padres la asistencia o no de los estudiantes a las aulas.
Colegios, bajo acoso estatal
A partir del comunicado, el MINEDUC comenzó a exigir a los colegios un expediente con una serie de requisitos, explica Amanda Santizo.
«Considero que los colegios y centros privados están sufriendo mucho, no solo por las restricciones de la pandemia sino por falta de instrumentos legales idóneos para seguir actuando».
Según Santizo, los colegios son víctimas de procesos burocráticos como el mencionado expediente, que además no está regulado en una ley sino mencionado en un comunicado. Esto, según indica, constituye un abuso.
«Ayer, la Secretaría de Bienestar Social comenzó a enviar supervisores a los centros de cuidado infantil, para verificar el cumplimiento. Pero estas indicaciones no provienen de una ley, sino de un comunicado. Es incomprensible cómo estos funcionarios, con 20 años en el cargo, no diferencien entre un comunicado y un Acuerdo Ministerial», dice.
Asimismo, menciona que los supervisores están acosando a los colegios. Derivado de la permanente crisis en la educación pública, miles de colegios prestan el servicio educativo, muchos a bajos costos y con grandes sacrificios, señala.
Estos son los más castigados, porque si bien se esfuerzan en cumplir los requerimientos estatales, existen otros, como los hisopados a los docentes, que implican un elevado costo monetario y debieran ser absorbidos por el Estado.
«Lo más lamentable es que los más humildes son los más acosados, porque deben presentar una declaración jurada, bastante onerosa, más cantidad de fotocopias, prueba de hisopados frecuentes y otros requisitos. Esto podría desincentivar a los propietarios de colegios y si se llegaran a dar cierres masivos, incrementará la crisis de la educación en Guatemala».
Educación: un dispositivo no puede sustituir al contacto social, afirma Berganza
«Las clases virtuales no pueden reemplazar las presenciales porque la interacción con otros niños, y el juego son indispensables en el desarrollo. Además ejercicios de aprestamiento y otros demandan demasiada atención y conocimientos que padres y cuidadores tal vez no tengan.
Otros aspectos como los hábitos de higiene y arreglo personal pueden verse afectados si no hay una adecuada supervisión», explica Beatriz Berganza, quien narra:
«Una niña de 7 años asistió a una fiesta infantil y demostró temor ante otros pequeños. La madre prefirió retirarse y explicó que la pequeña nunca jugó con otros niños, porque solamente recibió clases virtuales y nunca estuvo en una ronda, en intercambio con otros niños. Eso es grave».
«Veremos qué consecuencias tiene esto pero pienso que puede ser algo muy serio en un tiempo corto. En ese caso el desarrollo psicosocial puede ser comprometido toda la vida si nose interviene.
Los padres no deben confundirse respecto al juego. Jugar como actividad de desarrollo es mucho más que estar sentado con un dispositivo. Es interacción social, aprendizaje del lenguaje (que por cierto es la actividad más evolucionada en la corteza cerebral), aprendizaje de valores como el respeto del turno, desarrollo de la empatía, aprendizaje de cálculo, motricidad gruesa y fina, desarrollo muscular, coordinación de ojo-mano, etc.
Por bueno que sea un juego electrónico, un dispositivo nunca podrá reemplazar las actividades lúdicas, tan indispensables en la salud hasta para los adultos. Y en el aprendizaje en el aula pasa igual», establece.