Anaité Alvarado es una madre de familia que por razones fortuitas (y la perversidad de algunos abogados), pasó 65 días en el Centro de Detención Preventiva para Mujeres Santa Teresa. Aunque su caso fue sobreseído sin llegar a juicio, la experiencia transformó su vida y la motivó a escribir Infamia, un libro donde narra esa parte de su historia. Hoy logramos entrevistarla sobre ese tema.
Roxana Orantes Córdova
Esta historia puede resumirse de la siguiente forma: un hombre que resultó involucrado en un hecho ilegal y un bufete de abogados que, en su afán de trasladar un caso mayoritariamente civil a lo penal, implicaron a la esposa, quien resultó atrapada en un sistema judicial plagado de maniobras y absurdos.
Anaité Alvarado fue liberada de la prisión preventiva y quedó exenta de cargos. Su caso fue sobreseído por falta de pruebas antes de llegar a juicio. Su ex esposo permanece prófugo y nunca volvió a tener ningún contacto con él.
Su historia es la de tantos que han pasado por la dura prueba de la prisión siendo inocentes, debido a falsas acusaciones. “Lo peor es la incertidumbre”, recuerda y agrega que, pese a todo, la dura experiencia sufrida logró empoderarla de una forma que antes no había imaginado.
¿Cómo resultaste involucrada?
Hace unos años, mi ex esposo tuvo problemas financieros graves, que lo llevaron a un caso legal. Desde entonces es prófugo. Me abstengo de señalarlo como culpable.
Como consecuencia de esa situación, en contra de él se entablaron varias denuncias civiles, pero dos personas realizaron una acusación penal. Para ello, necesitaban comprobar que existía una asociación ilícita, y según el Artículo 2 de la Ley Contra la Delincuencia Organizada, “se considera organización criminal a cualquier grupo estructurado de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente”.
Hasta ese momento, estaban implicados mi ex esposo y su contador. Pero este bufete de abogados, que actúa bajo la bandera de valores y principios, decidió interponer la denuncia penal y para ello necesitaban a tres personas que integraran la supuesta estructura criminal.
Pudo ser cualquier otra persona, pero me eligieron a mí por ser la esposa, presuponiendo que conocía detalles de la situación y sin ninguna prueba, excepto mi certificado de matrimonio, única prueba que lograron presentar ante la juez.
¿Cuál es la trama de tu libro?
Es un libro autobiográfico que narra un episodio de mi vida. Gracias a esa acusación falsa del bufete jurídico, agentes del Ministerio Público llegaron una mañana a mi casa y me llevaron al juzgado para declarar. Pasé esa noche en la carceleta de tribunales.
La jueza dio un plazo de tres meses para la investigación del Ministerio Público y me enviaron a casa, aunque debía firmar el libro cada cierto tiempo. Pronto, la jueza se recusó por ser familiar de uno de los abogados y nombraron a otra, quien me impuso prisión preventiva.
Fueron 65 días de una aventura extraordinaria en Santa Teresa. Se lo chupa a uno el Sistema Penitenciario. Esa es la historia que narro en el libro.
¿Cuál fue el peor momento que pasaste en la cárcel?
Lo peor es la incertidumbre, pero la carceleta es el infierno. Cuando te citan para una audiencia y después de estar todo el día en ese lugar, avisan que la audiencia se pospuso otros quince días.
La primera vez que estuve en la carceleta no lograba entender por qué algunas presas mencionaban que deseaban regresar pronto. Pensaba: “¿quién puede querer regresar a la cárcel, si por lo menos acá están fuera?”. Pero después entendí que en la cárcel, los privados de libertad tienen sus cosas, su vida…no es lo mismo que la carceleta, un lugar donde se quiebra el más fuerte.
¿Cómo lograste sobrellevar esos días?
Todo tiene un lado positivo. Me empoderé en un montón de formas. Tuve la dicha de toparme con gente buena, como Ashley Williams, una rotaria que trabaja con privados de libertad. Tiene una serigrafía y desde el primer día me invitó a asistir. Una señora rotaria que me conoce le había hablado y ella me comentó que estaban indignadas por la injusticia en mi contra. Ashley fue mi ángel.
También tuve el apoyo de mis familiares y amigos, que se portaron incondicionales. Fue una suerte. Mis días transcurrieron enseñando a leer a varios niños que había ahí, dando clases de inglés a otras presas y en la serigrafía.
En ese lugar comencé a escribir mi libro, puedo decir que en la cárcel me convertí en autora. Escribí cada día para entretenerme y el resultado fue este libro, que busca ser la voz de otros y tiene como propósito inspirar a personas que pasen por malos momentos.
Por último, algo que me he cuestionado mucho es ¿por qué yo? Probablemente, fue por ser mujer y esposa de alguien que estaba involucrado en un caso civil, que un grupo de abogados intentó convertir en penal.