Nicaragua y Venezuela viven bajo dictaduras implacables. En la nación centroamericana, la pareja presidencial se niega a abandonar el poder, pese a la demanda de la ciudadanía que enfrenta una represión despiadada, afirma el doctor Carlos Sabino, profesor visitante en la Universidad Francisco Marroquín.
Sabino residió 30 años en Venezuela y vivió la gestación del chavismo. Además, estuvo en Chile durante el gobierno de Salvador Allende (1971-74). A partir de esa experiencia, tomó distancia del socialismo que conoce a profundidad, por su experiencia personal y por su trabajo de historiador.
Según afirma, es importante que América Latina se comprometa con estos dos países. En Venezuela, se impone una intervención humanitaria, puesto que “el drama no es solo político: se ha convertido en una tragedia humanitaria”. En Nicaragua, una intervención similar a la que realizara George Bush en Panamá, para terminar con la dictadura de Arnoldo Noriega, afirma el historiador, quien especifica: “No propongo una invasión, si acaso una intervención armada”.
Aunque es un amplio conocedor de la política, Sabino enfatiza en que su campo es la historia. Actualmente comienza a gestar una biografía de Jacobo Árbenz, personaje trágico y de quien poco se conoce el lado humano, dice. Según comenta, le gusta pasar tiempo buscando datos que luego une, «oler el polvo metiendo la nariz en archivos y blibliotecas», para finalmente, reconstruir el pasado en sus libros. “La historia es el mejor oficio del mundo”, concluye este académico argentino que, si bien salió de su patria hace décadas, lo primero que hace al despertar es tomar su mate.
Roxana Orantes Córdova
¿Qué similitudes y diferencias hay entre Nicaragua y Venezuela?
Las similitudes son bastantes, en cuanto a se trata de gobiernos que se originan como populistas de izquierda y van derivando a políticas socialistas extremas, que podemos llamar comunistas, aunque en ninguno de los dos casos se estableció un régimen comunista al estilo del siglo pasado, pero prácticamente hay un predominio absoluto del Estado en las finanzas, en el control de la población, excesiva burocracia, un control policial muy fuerte. Es decir, son países que podríamos llamar de socialismo radical.
Sin embargo, incluso en el plano económico hay diferencias, porque Ortega, en Nicaragua, ha tratado de conquistar a los empresarios, ha logrado acuerdos de tipo mercantilista con ellos. De alguna manera uno pudiera decir que los ha comprado con negocios fáciles, cosa que los chavistas no han hecho en Venezuela, donde han ido directamente hacia la intervención, la expropiación de tierras y empresas. Algo común es que siempre, todos estos gobiernos tienen operadores financieros que se enriquecen fabulosamente.
En Venezuela con el control de cambios, es posible conseguir en una transacción un dólar que valga diez mil, cuando en el cambio libre está entre dos o tres millones…bueno pues está ganando cien por uno. Con un pequeño negocio que haga, con diez mil dólares puede obtener un millón de dólares. O sea que ahí hay una minoría privilegiada muy fuerte.
Para hacer un análisis objetivo, no pasional, diría que la represión de Venezuela es más inteligente. Es muy fuerte. Actúan selectivamente. Ponen presa a alguna gente importante. Eso llama la atención de todos y la gente se tranquiliza. Han logrado comprar o manipular a la oposición, de tal manera que están muy sólidos ahí.
¿Cómo define la crisis en Venezuela?
Lo primero que sale a luz es la crisis humanitaria. Se expresa en todos los aspectos sociales: el transporte, la vivienda, la salud, la alimentación. Es terrible. Muere gente por falta de alimentos, de medicamentos. Y el transporte ha llegado a un nivel…animal, diría yo. Y la educación, se ha hecho muy difícil, porque los buenos docentes se están yendo del país.
A nivel superior de la educación queda aproximadamente una tercera parte. Pero hay algo más: esta situación de golpea solamente a los pobres. Las personas que tienen cierto nivel de ingresos, o un nivel de ingresos bajos, pero en dólares, o que tienen remesas o reservas en dólares, viven con bastante normalidad.
Al final, tanto hablar de los pobres y los únicos perjudicados han sido los pobres. Quienes tienen algún ingreso en dólares o euros, por pequeño que sea, viven sin problemas. Esto le crea un colchón al chavismo. Esta gente no sale a protestar. En cambio los pobres se aguantan, comen poco. Muchas veces tienen que ir caminando a su trabajo, no tienen medicinas.
Usted vivió y ejerció la docencia universitaria durante varios años en Venezuela. ¿Cómo era antes de Chávez?
La Venezuela que yo conocí, en 1974, era un paraíso. El sueldo de un profesor era el mayor en América. No en Latinoamérica. Los supermercados abarrotados de la mercadería más moderna, la tecnología accesible. En pocos meses o semanas, uno organizaba su vida. En dos años tenías casa y carro propios. Esa era la Venezuela petrolera, la Venezuela saudita, le decían.
¿Qué pasó con ese paraíso?
En realidad era un modelo que no funcionaba. El Estado gastaba demasiado, dependía de ingresos petroleros siempre en alza. Pero los ingresos petroleros, como todos los ingresos, tienen fluctuaciones. De tal manera que, por mal manejo y por corrupción, pero sobre todo por esta política de excesivo gasto un poco demagógico, se llegó a una primera crisis en el año 83. A partir de ahí, hubo sucesivas crisis.
La gente empezó a desconfiar del sistema y llegó Chávez al poder, como una especie de hombre providencial que iba a acabar con la corrupción, con los malos partidos que habían llevado el país a la crisis. Cosa que era en parte cierta y en parte falsa, porque la corrupción siguió igual. Los viejos partidos y los nuevos eran la misma cosa.
Antes de Chávez, Venezuela era un país con problemas como un modelo económico no sostenible. Los primeros cinco años de gobierno, Chávez tuvo la suerte de que el petróleo estaba en alza. No tuvo una política socialista, aunque era un gobierno semi dictatorial. La situación económica no era mala.
Pero la dependencia petrolera, la baja de los precios del petróleo y el control de cambios provocaron esta situación de desespero que hay ahora. El control de cambios fue una manera de manipular y monopolizar el dólar. Parte es una situación derivada del modelo petrolero, pero lo más importante es la imposibilidad de sostener un gasto público tan elevado. Y en parte es un control social. Cuando un país tiene hambre no sale a protestar, sale a buscar comida.
Esa es la situación de Venezuela. Creo que por ese lado, los latinoamericanos tendríamos que asumir algún tipo de intervención humanitaria. Yo doy la cara y digo que no podemos dejar así al pueblo venezolano.
¿Y la crisis en Nicaragua?
Daniel Ortega ha sido despiadado, ha ido de frente a matar gente, en una represión brutal que le está trayendo problemas muy serios.
Recientemente se conoció sobre una reunión de activistas, dirigentes políticos, funcionarios (un fiscal de delitos electorales), y la ex fiscal Thelma Aldana, así como el director de un medio de comunicación. ¿Qué lectura le da a este hecho?
En primera instancia, es preocupante que grupos con intereses políticos y aval de financistas muy poderosos se reúna fuera del país, meses antes de que comience la campaña electoral. En segundo lugar, no me preocupa, porque Guatemala siempre ha elegido opciones conservadoras. La izquierda jamás ha pasado del tres por ciento.
No creo que la izquierda pueda ganar. Los que viajamos al interior y conocemos el país, sabemos que ni la gente tiende a la izquierda ni la miseria es como la pintan estos grupos. Sin embargo, en tercer lugar, considero que es muy importante para los guatemaltecos hacer el “alboroto”, poner de manifiesto las irregularidades de esto, porque el peligro de un grupo izquierdista en el poder, es demasiado grande. Lo evidencian los casos de Nicaragua y Venezuela.