El artista visual Fernando Mendoza se inspira en la naturaleza y expone sus sentimientos a través de la pintura, donde suele experimentar con materiales reciclados.
Redacción Perspectiva
Con décadas de trabajo artístico, Fernando Mendoza Rosales decidió un día quemar varios de sus trabajos. Filmó la acción y con ella realizó un performance que circuló en redes sociales hace aproximadamente cinco años.
Al preguntarle por qué había quemado esas obras, responde:
“Esa fue una protesta silenciosa, esperando un mejor reconocimiento de los dioses que el recibido por los congéneres. Ha sido una transformación de la materia qué permanece, el Fénix en la espera de resurgir”.
“Recuerdo el comentario de un pintor muy cotizado, quien dijo que le parecían ridículamente bajos los precios de mi obra”, narra y explica:
Es una forma de expresión de mis sentimientos, de mi forma de ver mi entorno. A veces extrovertido otras introvertido. Eso te mantiene los pies firmes y la imaginación volando. Puedes ir un poco más allá.
Recientemente concluyó una serie de pinturas que representan a un ave característica de Guatemala. Según dice:
“Creo que es una metáfora del chapín. En ambientes contrarios logra medrar. Ojalá se avispe y salga de la situación actual tan manoseada”.
Para Fernando, el arte:
“es una forma de expresión de mis sentimientos, de mi forma de ver mi entorno. A veces extrovertido otras introvertido. Eso te mantiene los pies firmes y la imaginación volando. Puedes ir un poco más allá”.
Desde los 8 años, Mendoza estudió en la escuela de pintura Tercero Duarte, cercana a la iglesia La Merced. Como muchos artistas, inició varias carreras que no concluyó: Arquitectura, Diseño Gráfico e historia. Ha participado en el Festival del Centro Histórico y ha expuesto su obra varias veces. “Mis temas son variados, igualmente la forma de encararlos. Uno presenta al público su punto de vista, esperando que sea comprendido”, concluye.
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